jueves, junio 28, 2007

We're moving!

Hartito estoy de Blogger.

¿Podríais actualizar vuestros links? ¡Gracias!

miércoles, junio 27, 2007

Tarde, tarde...

Hoy me he levantado tardísimo, casi a la hora a la que tenía que entrar a trabajar. En mi trabajo, llegar un día tarde es casi un sacrilegio, así que me he visto obligado a inventarme una rocambolesca historia con la que cubrirme las espaldas. ¿Y por qué me he levantado tarde? Pues porque ayer llegué a casa bien empedado y perjudicado después de una fiesta a la que fui con Ann, Flat y Piscu. Lo pasamos fenomenal y estuvo a punto de apañarnos las vacaciones si nos hubiera tocado un viaje, pero al final nada. Una pena.

Después de la fiesta y de que estos rapiñasen unas bolsas con regalos (la verdad es que muy buenas, ¿eh? Con mucho alcohol, que eso siempre viene bien); decidimos que teníamos ganas de más y nos fuimos a chueca a tomarle el pulso a los fastos del Orgullo, que ya apuntan maneras. Allí nos encontramos con TB97, que era su cumpleaños (felisitasiones, majetón!!!) y que me dijo que hoy me comentaría en el blog llamándome puta (o algo peor) porque está un poco celoso de mí por unos temas y unas cosas que no vienen al caso. Cómo son estos mariquitas, hay que ver...

Nos fuimos pronto, pero nos habíamos puesto cochinos a beber y a comer (creo que Flat contó unos cien canapés, con un torno) y claro, mi sueño hoy ha sido un poco pesadito y bastante difícil de eliminar. Así que nada, me he levantado tarde, me he inventado una excusa y para acá que me he venido, con dolor de cabeza y todo. Ahora estoy que me muero.

No entiendo esta manía de llegar a tiempo. Si pudiese estar en mi oficina el tiempo necesario para trabajar, trabajaría muchísimo más por tal de irme a mi casa cuanto antes. Y desde luego no actualizaría el blog, ni las vainas esas de la música, aquí.
[Mood: Yo hoy me tenía que haber quedado en casa] (Estos indicadores de humor han salido de LiveJournal)
[My iPod says: El Jenesaiscast de junio]

martes, junio 26, 2007

Le pasa a todo el mundo. Y todos los veranos

Ayer estuve perdidísimo, porque me cayó una bronca en el trabajo y no me apetecía nada escribir ni mencionar el asunto. Lo cierto es que estoy un poco cansado, sé que necesito unas vacaciones, y eso me hace estar un poco más apático en el curro que de costumbre. No sé, es lo que tiene, le pasa a todo el mundo. Y todos los veranos.

El fin de semana ha transcurrido sin ningún tipo de anomalía. El viernes, celebramos los fastos por el cumpleaños de Supervago. Bueno, más bien los celebraron ellos, yo no celebré nada porque mis ojos, mi nariz y mis pulmones se confabularon para darme una noche de lo más desagradable a base de estornudos, lloriqueos, mocos e infortunios varios. Al final, a eso de las tres de la mañana, tuve que irme con Angèle a mataporculo a buscar una farmacia de guardia en la que me vendieran drogas antihistamínicas. Y vaya si me las vendieron: fue tomarme una y quedarme dormido inmediatamente. Ahora tengo 19 pastillas en casa de un medicamento que no me puedo tomar, habida cuenta de que incluso al día siguiente, el sábado, me sentase donde me sentase, en unos tres minutos me quedaba dormido. Al final me fui a casa con un pedo de efecto secundario -no, desgraciadamente no era de alcohol- bastante poco simpaticote. Suerte que no me quedé dormido en el búho.

El sábado me levanté pronto para ir a hacer la compra. Visité el Ahorra Más, un supermercado que todavía no habíamos probado y que está tan cerca como el Carrefour. Yo volví encantado y me juré y perjuré que, a partir de ahora, la compra la hago allí. Es una pena porque si vas a comprar alcohol tienes que acordarte para pedírselo a la cajera (no lo tienen en los estantes) pero bueno, todo es cuestión de acordarse. Además, el carnicero tenía un polvo... y dos, y tres....

Ya por la noche, se acercó Piscu a casa, estuvimos bebiendo y después se acercó Lesbos (a quien pormenorizamos todos los detalles de las novias que le estamos buscando sin parar), quien después se fue porque había quedado con una para hacer unas gestiones que le corrían muchísima prisa, así que nosotros tres nos liamos la manta a la cabeza, nos duchamos y nos fuimos a ver qué se cocía por las calles, pese a nuestra firme promesa anterior de no salir. Terminamos en el Angel o en el Angel (como en los viejos tiempos, que hacía mucho que no íbamos, ¿eh?) y hubo un momento de la noche que estuvo a punto de costarnos un divorcio, pero un divorcio de verdad. Sin embargo, supimos pasarlo con nuestro gracejo y savoir faire habituales y terminamos dándonos abrazos y diciendo lo mucho que nos queríamos y esas cosas, que está fenomenal.

Al final de la noche se me acercó un tío y estuvimos ahí hablando un rato. Yo, que tengo oxidado el mecanismo y me he vuelto entre tímido y tonto, pues no sabía qué decir. Ann O'nadada no necesitó decir nada, sólo empujarme al grito de "por favor, no hagas el tonto, ¡si te encanta!" y claro, yo no pude resistirme... Menos mal que mis amigos tienen mejores reflejos que yo, porque si por mí fuera...
[Mood: Y esta noche tengo una fiesta. Oh my God...]
[My iPod says: Desde que me enteré de la noticia, New Order sin parar. Jo, que eran una de mis bandas preferidas... Y no, a mí no me parecían ningunos hoolingans. De hecho, Waiting for the sirens' call es un D-I-S-C-A-Z-O. Y al que me lo niegue, le parto la cara...]

miércoles, junio 20, 2007

Menuda chapa

Después de tantos apártame allá esos latinazgos, que vaya palabra más fea, latinazgo, creo que voy a cambiar radicalmente de tema, porque estoy un poco aburrido de discutir que si el PSOE no sé qué, que si PP no se cual; que si tal cosa se escribe así o asá. De todos modos, muchas gracias a la triste ingeniera de caminos aficionada a la lectura (¡con lo que mola ponerse un nombre, dejaos de anonimatos!) que me sacó de mi error... Porque vaya tela. Cinco años de facultad para esto, si se enteran mis padres no dan crédito. Y lo que también es verdad es que de vez en cuando tengo ciertas dudas ortográficas que antes no tenía, y me parece un pasote. Imagino que, como ya casi lo escribo todo automáticamente -es lo que tiene estar todo el día dándole al teclado por panoja-, ni me fijo. De todos modos, sé que no soy el único, porque a veces recibo cada correo electrónico de gente supuestamente más leída y más estudiada que yo que hay que ver. Vaya tela.

Por lo demás, ahora tengo todas mis fuerzas puestas en que me hagan caso, y algún alma caritativa pulse sí en mi formulario de acreditación del concierto de Rufus Wainwright. La verdad es que pagaría gustoso, pero como el jueves me dejé mi tarjeta de crédito en una tienda, me resulta un poco difícil pagar nada; más aun cuando yo soy una especie de fanático del dinero de plástico y nunca llevo efectivo en el bolsillo. Así me va.

Lo peor de todo es que, si finalmente me la dan, me voy a tener que plantar yo allí, más solo que la una, porque nadie que conozca va a ir. Entre cumpleaños, compromisos y fiestas de despedida de compañeros de trabajo, se me han caído todos del cartel. Jolín. Claro, que yo por el Wainwright, hago lo que haga falta. A ver si consigo que por fin se fije en mí y se case conmigo, que yo sabría hacerle feliz. Anda que no.
[Mood: Vaya chapa...]
[My iPod says: La discografía de Rufus, para abrir boca]

lunes, junio 18, 2007

Catástrofe

Ayer, mientras toda España se preocupaba de quién ganaba la liga (por favor, qué pesadilla, suerte que ha acabado ya), yo me preocupaba de que mi pared no se me cayese encima. La vecina de arriba no ha limpiado el sumidero (o al menos eso parece) de su terraza en lo que va de vida terrestre, así que el sábado se le inundó la terraza. La cosa se fue agravando y agravando y al final, el sábado por la noche mientras yo dormía, esta increíble mancha de agua fue tomando poco a poco mi flamante cuarto:
La catástrofe ahora tiene el doble de tamaño, desgraciadamente.

El domingo por la mañana, según abrí el ojo (me levanté súper alegre, por lo menos así el impacto fue menor) vi que el monstruo estaba creciendo y chorreando cual adolescente de ESO en celo frente a su pop idol. Llamé corriendo a mi casa (yo qué sé, es lo único que se me ocurre en los casos de urgencia) y me aconsejaron que fuese a hablar con el portero. No hizo falta, vino él de motu propio motu proprio a preguntarme si estábamos vivos, porque por lo visto lo que había en la casa de al lado eran las auténticas y genuinas cataratas del Iguazú. Sin embargo, la segunda mala noticia era que esta señora estaba de viaje en Sevilla con un torno, y el portero no tenía las llaves de su piso. Así que, ni corta ni perezosa, la tía dijo que ya se iría cogiendo un AVE si eso. Ahí yo me puse un poco violento y estuve a punto de decirle al portero "pero bueno, es que esta tía es tonta, pero vamos, tonta-tontísima pero tonti-tonta. Anda llámala y dile que llame a los bomberos o que haga algo. Tonta de los huevos", pero me di cuenta de que el pobre no tenía la culpa y que a la señora se la sudaba bastante que me creciese una plantación de hongos, setas y musgos en la pared, así que me callé.

Total, que hoy tendré que hablar con ella para que su seguro me arregle este desaguisado lo antes posible y con mi casera para darle las buenas nuevas, que seguro que le encanta saber la que le han preparado en su pared recién pintada. Lo bueno es que ahora igual, con la confusión, puedo pedir que me pinten mi habitación de algún color decente, no de ese color vainilla tan feucho que tenemos. En fin, deseadme suerte.
[Mood: Vaya depresión]
[My iPod says: Nada, que no tengo el ******* pa' saraos]

miércoles, junio 13, 2007

No doy

El otro día estaba viendo el telediario del señor ese tan simpático de TeleEspe TeleMongo Telemadrid. Ese que antes presentaba programas con discusiones pseudo intelectuales en La 2... Sí, hombre, ese que ha salido un buen número de veces en Sé lo que hicisteis... Exacto, ese, Sánchez Dragó.

Para os que hemos estudiado periodismo, lo de llamar a algunos telediarios "Telediarios de Autor", nos resulta cuanto menos obsceno. A mí, sinceramente, me parece que es la prostitución de un formato ya por sí denostado por muchos. Que la objetividad, concisión y claridad son tres valores cuanto menos inalcanzables para todos los profesionales, es algo que nos han enseñado en la facultad el primer día, en cuanto entramos por la puerta. Que la obligación del periodista es intentar alcanzarlos, también se nos explica. Y sobre todo se nos habla de cómo un medio debería diferenciar claramente qué es opinión y qué información, sobre todo para no confundir al público.

Por eso el otro día (exactamente el día del fin de la tregua) comentaba con Ann O'nadada que lo del telediario de Gabilondo es una perversión del concepto de telediario. Todo esto vino a un comentario suyo en plan Gabilondo da información... pero poca información, ¿no? Yo expliqué el tema este que nos ocupa y ahí quedó todo. Él se marchó a hacer unas gestiones y yo me quedé viendo cualquier serie mierdera, hasta que acabó y, según iba zapeando, me encontré que empezaba el telediario del Dragó. No sé qué me llevó a hacerlo (supongo que lo mismo que me lleva a ver Madrid Opina, el morbo de ver cómo son capaces de acallar los comentarios que van en su contra) pero me quedé viéndolo. Fue entonces cuando oí atónito cómo este señor arengaba a los españoles para echar a Zapatero de la Presidencia del Gobierno. Copié íntegra la frase que más me sorprendió: "Zapatero tiene que irse. Este líder preclaro debe dimitir cuanto antes. La Democracia de verdad, no como esta Democracia de mentira en la que nosotros vivimos, debe expulsar inmediatamente a este patán que sólo sabe crear problemas. Dimita Señor Zapatero, o los españoles deberíamos expulsarle -pacíficamente- de la Jefatura del Gobierno".

Y se quedó tan ancho mientras yo me veía incapaz de cerrar la boca, incrédulo. No daba crédito. Poco después, el tío tiene el morro de titular las protestas de los perroflautas alemanes contra la cumbre del G8 como "Protestas de los radicales en contra de los líderes democráticos". Hombre, yo no siento ningún cariño por los perroflautas, pero... ¿no te das cuenta de que lo tuyo es una protesta un tanto radical contra un líder igualmente democrático?

Pero aquí no está lo peor. Puedo tragar que Gabilondo haga su telediario de autor, e incluso lo que le dé la real gana en Cuatro. Me parece hasta bien, habida cuenta de que es una cadena de televisión privada que se sufraga con sus propios ingresos por anunciantes. Pero me parece inadmisible en Telemadrid, una cadena que sufrimos (y lo que es aun peor, pagamos) todos los madrileños. ¿Por qué me tengo que sentir insultado cada vez que veo la programación de la cadena pública madrileña? Es que es como si fuera a Zara y me escupieran en toda la cara cada vez que pago algo que acabo de comprar... Bueno, igual el ejemplo no es el mejor, que por algún que otro dependiente de Zara me dejaba yo escupir y hacer de todo.

Hay que ver qué cerdo soy. Con lo gafapasta y lo seria que me estaba quedando esta entrada y la acabo de joder.
[Mood: A Dios pongo por testigo que me he rebuscado el telediario arriba y abajo en Youtube, pero no está]
[My iPod says: Nada de nada. ¿No ves que estaba con e Youtube?]

lunes, junio 11, 2007

El punto de inflexión

La Patata venía este fin de semana a Madrid para celebrar los fastos de su cumpleaños, como viene siendo normal. Es fantástico que, por mucho que viva en BCN, todavía parezca que -para algunas cosas- sigue viviendo en Madrid. Así que, hasta el día de la cita (el sábado) estábamos emplazados a descansar como Dios manda para poder darlo todo en su fiesta. Y es que la Patata tira mucho.

La vorágine empezó el mismo sábado por la tarde, cuando Ann, Flat, Piscu y yo nos dirigimos a una tienda a comprar su regalo. En el sitio escogido para comprar su presente los cuatro nos enamoramos del dependiente, que además era un tipo simpatiquísimo. Pero lo más importante es que estaba como un queso. Babeamos lo justo y necesario, pasamos un poquito más de rato del debido en la tienda y después él se despidió amablemente. Madre mía, yo me hubiese lanzado a su cuello. Pero no pudo ser. Así que Ann y yo regresamos a casa y pasamos por los chinos de enfrente, que son como una ciudad en sí mismos debido al tamaño del local. Allí nos hicimos con un par de cinturones modernísimos de esos que en cualquier tienda te costarían 30€ por tan solo 2.50€ (y hablo en serio, son lo más) y compramos a la Patata un pony precioso llamado "My little Pony", con su cepillo y todo, y su color rosa y su bien de purpurina.

El resto de la noche transcurrió tal que así: cenamos en el Marichino de Hortaleza, armamos un escándalo bestial (evidente, éramos tantas personas que podríamos haber sido una boda), intentamos ir al bingo (nos hemos hecho fans) pero no pudimos porque había más gente que carnets de identidad, un cajero me rechazó la tarjeta por "bloqueo del PIN" sólo habiéndolo metido una vez (no entiendo nada) y tuve que pedir e incluso robar a mis amigos y ya por fin, terminamos en el Gris. Allí me vicié al futbolín con unos que me preguntaron si quería jugar con ellos, y me lo pasé fenomenal. Flipaban un poco porque yo me he criado en los bajos fondos en realidad, y he chupado mucho futbolín, así que juego medianamente bien. Nuestra pareja rival (al otro lado estábamos Nani y yo) eran dos chicos bastante monos y bastante jovencitos, pero al final no pasó nada con ninguno, y eso que también nos vimos en un sitio a que fuimos después. Yo me enamoré un poco, pero no me lancé ni nada. Al final de la entrada sabréis porqué...

Total, que chaparon el Gris y salimos en mitad del tormentón a la primera cola que encontramos. Entramos ahí un poco de coña, y nos divertimos, pero todavía no puedo entender que con la cantidad de homosexuales que había allí, ninguno me llamase la más mínima atención (excepto los chicos que habían estado primero en el Gris, claro). Nos reímos mucho escuchando música caspa y dándonos cuenta de que, después de muchos años que llevamos sin ir (algunos hasta 10), siguen poniendo las mismas canciones en el mismo orden, con su parón típico de boda para las sevillanas. Hay que ver lo que le gusta a un maricón mover la muñeca.

Cuando dieron las seis de la mañana, dijimos todos "me voy, me voy a casa, que me, que me cago" y nos marchamos cada uno por un lado: unos a caballito, otros haciendo llamadas imposibles a las tantas y otros montando un escándalo de risotadas en el metro (Ann, Patata y yo). Cuando por fin Ann y yo despedimos a la Patata y caminábamos hasta nuestra flamante casa, tuvimos una conversación sobre los chicos del futbolín. ¿Y cómo es que no te has lanzado a por ninguno de los dos?, decía Ann. Y yo, completamente sobrio ya y con voz muy afectada le dije: Ann, mira, no tengo edad para esto. Cualquiera de los dos era más joven que yo. ¿Tú crees que me merezco que me llegue mi punto de inflexión a los 24? Porque yo creo que no.

Y ahí está el quid de la cuestión. No puedo dejar que llegue ya mi punto de inflexión, el momento en el que me empezarán a gustar los que son más pequeños que yo. Que eso significa que te estás haciendo mayor.
[Mood: Ann tiene hoy una entrevista importantísima. GO, ANN, GO!!!]
[My iPod says: Dover - Do ya]

viernes, junio 08, 2007

Diario

Tenía yo pensada para ayer una entrada de politiqueo que se iba a llamar "No doy", pero como estoy hasta arriba de curro, decidí dejarla para hoy. Sin embargo, hoy tampoco voy a poder escribirla, porque se necesita un mínimo de claridad mental que yo no tengo en este momento. Inténtelo luego.

Ayer Ann O'nadada venía quemadísimo de su trabajo (menuda novedad, como si esto no fuese una cosa diaria), así que le invité a venir a una presentación que yo tenía por la tarde, a ver si bebiendo un poco se relajaba un pelín. Al principio rechazó y luego dijo que sí, e incluso Flat Eric se decidió a venir con nosotros. Como en los viejos tiempos.

En la presentación, nos hartamos de comer salmón, beber cerveza y montar en una atracción que tenían por ahí puesta. Todo muy gracioso. Sin embargo, llegó un punto que había poquísima gente y lo de estar allí de costreo tenía súper poca gracia, así que nos largamos. Que por cierto, ni regalo de prensa en condiciones ni nada. Esto cada vez está peor, ¿de verdad se creen los responsables de comunicación de estas empresas que yo, fuera de mi tiempo de trabajo, no tengo otra cosa que hacer que irme hasta mataporculo a probar un accesorio de un teléfono móvil para volverme con las manos vacías? Vamos, hombre, por favor. Menuda tomadura de pelo. Esto cada vez está peor y es más vergonzoso, que cualquier día llegamos y no hay ni catering.

Cuando acabamos por allí, Ann estaba contentísimo y propuso ir a Vázquez de Mella a tomar unas cervezas. Nos fuimos andando para esperar a que Piscu saliera del trabajo y ha sido el paseo más largo que he dado en mi vida, me quería morir. Llegamos a Vázquez de Mella, Piscu hizo como que era La Prohibida (una broma súper recurrente, la hace siempre) y nos bebimos como cinco cervezas o por ahí. Cuando cerraron los chinos entramos en un bar de por allí (casi mejor que no digo el nombre, pero no era de cochinos ni nada, ¿eh? sólo que era muy cutre) y yo intenté ligar con dos personas mientras me tajaba un poco más. Estos dos individuos hicieron ojitos conmigo pero al final nada de nada así que me fui a casa más cachondo que yo qué sé a dormir con Piscu, que es el único que me comprende y el único que me roba las sábanas como a mí me gusta.

Nota mental: No volver a salir de casa en días de diario.

PD: Tengo una tarjeta gráfica para ordenador de sobremesa buenísima que me han regalado y que no me sirve para nada (como bien sabéis, yo soy mac y no PC) así que estoy planteándome venderla. ¿Alguien sabe de alguien a quien le haga falta una de estas? Es ultimísimo modelo. Si estais interesados, doy más detalles.
[Mood: B-O-R-R-A-C-H-A]
[My iPod says: No tengo yo la cabeza como para ponerme chunda chunda]

martes, junio 05, 2007

Cuatro en Alicante en Milán

Este fin de semana, como bien anunciaba, al final me toco viajar. Empezó siendo una de "si quieres puedes ir a Ibiza" y terminó siendo un "cancela todo, que te vas a Milán sí o sí el domingo". Vamos, que un viaje de placer se convirtió en uno de trabajo a lo largo de la mañana. El sábado me acosté pronto, por aquello de no quedarme dormido y perder el vuelo, que es algo a lo que tengo muchísimo miedo, pero a pesar de tener tres despertadores puestos, no conseguí relajarme lo suficiente como para dormir sin despertarme en ningún momento. Ann O'nadada por su parte, puso su granito de arena trayéndose señores a casa y dejando la TV encendida a todo volumen. Hay que ver, qué majo es este compañero de piso mío.

Total, que llego al aeropuerto a la hora, facturo y me meto a esperar. Qué coñata los aeropuertos, eso de esperar tanto tiempo, que es un peñazo. Sobre todo yo, que soy de llegar prontísimo, no sea que me quede en tierra. A los veinte minutos de sentarme relajadamente con mi Nintendo DS, empecé a escuchar por megafonía "Señor Farala, por favor, preséntese en los mostradores de información de nuestra compañía". A mí ya me entraron los siete males, yo acojonaíto porque creía que no me iban a dejar volar porque había violado las leyes de seguridad aérea o algo, y casi me cago vivo. Al final, resutó que es que el tipo me había facturado con otro nombre parecido al mío. Yo todavía no lo entiendo, ¡si mi DNI no coincidía! pero así lo hizo él. Si yo por ejemplo me llamo Juan Pedro Pérez Ampuero (poned en el segundo apellido algo así rarillo, que mi segundo es muy raro) y en el billete sale todo eso, el tío se quedó tan a gusto facturándome por un Pedro Pérez que viajaba también en el avión.

No he comentado todavía lo del metro del aeropuerto. Qué vergüenza, qué indignación y QUÉ FUERTE. Desde el día 3 de mayo, yo sabía que había que pagar un suplemento para entrar a la T4, pero resulta que también por entrar a las otras tres terminales desde el metro, aunque no uses las nuevas instalaciones. Yo no daba crédito. ¿Alguien puede entender que a un viajero con un metrobús, de un mes para otro, el billete le cueste un 120% más? A mí, personalmente, me parece una barbaridad, y una vergüenza. Y claro, unas colas para comprar el billete suplemento que aquello parecía más bien la Estación Central de Camboya que el Aeropuerto de Barajas. Si al final es verdad que vivimos en un país de pandereta muy cutre.

Bueno, a lo que íbamos. Llego a Milán Linate (qué aeropuerto más cutre, por favor) y allí está esperándome un señor con pinta de mafioso y con mi nombre escrito en un papel. Me acerco, me coge la maleta y tenemos una pequeña charla: -¿Hablas italiano? -No. -Pues súbete en mi coche. A mí me dio un poco de miedo, pero como iba trajeadísimo y el coche era un Mercedes de caerse p'atrás, pues me monté. Me llevó al hotel, y yo mientras tanto en el asiento de atrás mirando el paisaje y eso, en plan señorona. Es raro, porque en los viajes estos nunca sé si debería hablar al chófer o no, pero ayer la Patata me confirmó que no, que jamás. Y que si lo intentan, responda en modo taxi: -Qué frío hace, ¿verdad? -Sí. -Qué fuerte lo de las elecciones, ¿no? -Sí.

Al final llegamos al hotel y resultó ser una maravilla. El tipo me llevó la maleta hasta la recepción y nada, yo hice el check-in y me subí a mi habitación. El hotel era una antigua fábrica y resultaba un poco lioso a la hora de encontrar tu habitación, pero por dentro era precioso, todo de diseño y con unos detalles estupendos (la ducha caía de una especie de luz en el techo, la pantalla de la tele era la hostia...) Está un poco lejos de la zona centro, pero muy cerca del moderneo por lo visto. Aquí os dejo un link. Yo lo recomiendo, pese a lo que nos sucedió después...

Me quedé un poco sopa hasta las 19 (estaba derrotado) y me levanté para ducharme y prepararme para la cena. Bajé al hall, conocí a los periodistas que como yo estaban en el viaje y eso, y nos fuimos a la cena, que fue en un sitio de comida Lombarda tradicional donde nos pusimos como el Kiko. Todo muy rico. Después nos volvimos para el hotel (fue un fallo que no tuviesen programada una copita o algo, la verdad, porque apetecía) y cuando llegamos yo me senté en una especie de terraza a hablar con unos cuantos y otros se subieron a dormir. Entonces sucedió la tragedia: empezamos a oír por los altavoces "por favor, desalojen el hotel ordenadamente" en seis idiomas diferentes. Yo me asusté un poco, pero bueno, más por las cosas que tenía en la habitación que por mí, que en el fondo estaba en un jardín en la planta de abajo. Empezamos a ver cómo algunos de los huéspedes bajaban descalzos y cómo en el hall caía agua a porrillo. Resulta que habían saltado lo aspersores antiincendios en la segunda planta por error o no sé qué y que se estaba inundando todo con un torno. Una hora y media después se arregló, nos volvimos a dormir y yo me percaté que la moqueta de mi planta hacía chof chof chof a mi paso. Por suerte, mi habitación estaba sequísima.

A la mañana siguiente, palizón. Ruedas de prensa, meetings, canapés, cocktails y otra vez al aeropuerto corriendo. He llegado destrozado. Hecho una pena. De hecho hoy, sólo tengo ganas de irme a sobar.
[Mood: Viajes de 24 horas nunca máis]
[My iPod says: De momento nada, que estoy pendiente de la puerta para que me traigan un paquete]