Mala pata

Hoy ha sido mi primer día labo-laboral y hay veces que te preguntas para qué demonios te has levantado de la cama. Lo primero es que a un idiota que conducía un autobús de esos que estaban en huelga se le ha ocurrido que era muy divertido cruzarlo en la puerta del intercambiador y no dejar pasar a nadie, ya tuviésemos o no algo que ver con la huelga de esta empresa (en mi caso y el de los conductores de mis autobuses NO). A mí las huelgas me parecen fenomenal, hay que hacerlas si hace falta. Pero tocar los cojones por tocar, pues como que no me hace ni puta gracia.

Después, como trabajo por el centro, he ido a acompañar a mi jefa (qué raro me suena esto, que es amiga mía) a cambiar unas cosas, con tan malísima suerte que, mientras caminaba, he pisado un señor mojón de características sobrenaturales. Como soy un poco alto, pues nunca miro al suelo para que no me salga chepa, y así me pasa.

He pasado la vergüenza de mi vida, sobre todo porque casi me escurro y me caigo de culo -que ya hubiese sido lo más- pero sobre todo por el fantástico olor que iba despidiendo. Menos mal que entre los charcos y la alfombra de una tienda me he apañado. Vaya tela.

A partir de hoy, odio un poco más a los animales de compañía a los dueños de los animales de compañía. Eso sí, me ha traído suerte: el jueves no tengo que currar.
[Mood: Qué asco de entrada, la verdad]
[My iPod says: Tal como éramos - Niza]