Diario de viaje (II): Lisboa. Aguas do Março
Nos habíamos quedado en, creo recordar, mi comida. Al final, decidí comer cerca del hotel, porque no me apetecía moverme mucho. Estaba derrotado y necesitaba una pequeña siesta, así que comí por los alrededores, que eran un poco como Azca pero sin Burguer Kings ni nada. Por lo tanto, entré en una especie de cafetería kitsch y cutre en la que me dieron una medio sopa de espaguetis con berberechos y calamares que no estaba muy buena, pero que me comí con ansia porque tenía un hambre que te cagas. Me eché una siestecita y a las 17.30 pasaron a recogerme por el hotel. Allí conocí a todo el grupo de periodistas que iban a pasar conmigo el fin de semana.
En contra de lo que yo pensaba, no había mucho snob y todos eran fastuosamente simpáticos. Alguna mamarracha sí había, pero a eso te vas acostumbrando poco a poco. Luego, eso sí, descubriría que la más mamarracha de todas era la persona más simpática del mundo, pero tiempo al tiempo. También conocí a un fotógrafo neoyorkino muy guapo con el que inmediatamente hubo una gran atracción. Y no me refiero a sexo, me refiero a que me contó cientos de cosas personales durante todo el fin de semana, hasta el punto de que me he terminado planteando si elegí mal mi carrera: debería haber sido psicólogo. Vimos muchos desfiles y luego nos largamos a una fiesta de inauguración que no estuvo mal, pero que no terminó de convencerme. Allí conocí a Sergio, un periodista brasileño que creo que viene a ser un poco mi alma gemela en las antípodas, porque hay que ver qué de cosas teníamos en común.
El viernes por la mañana remoloneé un poco hasta que llegó el momento de salir a comer, todo a cargo de la Oficina de Turismo de la ciudad de Lisboa. Estuvimos en un restaurante de comida "mineira", en el que todo tenía bien de grasa, lo cual me venía fenomenal para mi resaca. Lo que no me venía tan bien fueron todas las caipirinhas que me metí para el cuerpo. Después, un paseíto por la ciudad y al hotel a preparase para los desfiles. Fue esa tarde cuando le vi, y ya no me lo pude sacar de la cabeza durante toda la estancia. Yo hablaba con Sergio y de repente apareció él, con su acreditación de la organización: Álex. Sergio y él eran amigos de Sao Paulo, y Álex se había marchado a Portugal a trabajar hacía un par de años. Estuvieron hablando en portugués un rato, contándose qué tal. Yo no podía dejar de mirarle, a ese chico con ese pelo tan negro, ese cuerpo tan bonito, esa sonrisa encantadora, varios piercings por todo el cuerpo y todos esos tatuajes en los brazos. Sergio nos presentó y yo quedé bastante como un completo imbécil, porque el tío me gustaba tanto que fui incapaz de articular varias palabras seguidas. Me dije a mí mismo "acabas de quedar como un completo gilipollas. Olvídate de tener nada con este tío tan guapo". Sin embargo, estaba bastante confundido, porque mi timidez le pareció la cosa más cute del mundo. Aquella noche nos vimos poco en la fiesta de uno de los diseñadores, pero hablamos un ratito. No pasó nada, precisamente porque lo mejor estaba por venir.
En contra de lo que yo pensaba, no había mucho snob y todos eran fastuosamente simpáticos. Alguna mamarracha sí había, pero a eso te vas acostumbrando poco a poco. Luego, eso sí, descubriría que la más mamarracha de todas era la persona más simpática del mundo, pero tiempo al tiempo. También conocí a un fotógrafo neoyorkino muy guapo con el que inmediatamente hubo una gran atracción. Y no me refiero a sexo, me refiero a que me contó cientos de cosas personales durante todo el fin de semana, hasta el punto de que me he terminado planteando si elegí mal mi carrera: debería haber sido psicólogo. Vimos muchos desfiles y luego nos largamos a una fiesta de inauguración que no estuvo mal, pero que no terminó de convencerme. Allí conocí a Sergio, un periodista brasileño que creo que viene a ser un poco mi alma gemela en las antípodas, porque hay que ver qué de cosas teníamos en común.
El viernes por la mañana remoloneé un poco hasta que llegó el momento de salir a comer, todo a cargo de la Oficina de Turismo de la ciudad de Lisboa. Estuvimos en un restaurante de comida "mineira", en el que todo tenía bien de grasa, lo cual me venía fenomenal para mi resaca. Lo que no me venía tan bien fueron todas las caipirinhas que me metí para el cuerpo. Después, un paseíto por la ciudad y al hotel a preparase para los desfiles. Fue esa tarde cuando le vi, y ya no me lo pude sacar de la cabeza durante toda la estancia. Yo hablaba con Sergio y de repente apareció él, con su acreditación de la organización: Álex. Sergio y él eran amigos de Sao Paulo, y Álex se había marchado a Portugal a trabajar hacía un par de años. Estuvieron hablando en portugués un rato, contándose qué tal. Yo no podía dejar de mirarle, a ese chico con ese pelo tan negro, ese cuerpo tan bonito, esa sonrisa encantadora, varios piercings por todo el cuerpo y todos esos tatuajes en los brazos. Sergio nos presentó y yo quedé bastante como un completo imbécil, porque el tío me gustaba tanto que fui incapaz de articular varias palabras seguidas. Me dije a mí mismo "acabas de quedar como un completo gilipollas. Olvídate de tener nada con este tío tan guapo". Sin embargo, estaba bastante confundido, porque mi timidez le pareció la cosa más cute del mundo. Aquella noche nos vimos poco en la fiesta de uno de los diseñadores, pero hablamos un ratito. No pasó nada, precisamente porque lo mejor estaba por venir.
14 comentarios:
NO NOS PUEDES DEJAR ASÍN!
exigimos otro post HOY MISMO!
Tatuajes, piercings, moreno...
Tu entrada de hoy me ha dado hambre!
Creo que ya tengo destino para este verano (o quizá antes).
Me uno a la petición de tony tornado!!!!
diosssssssssss!! estoy enganchada, necesito saber más, no dormiré tanquila si no cuentas algo más!!!
My goodness, eres como un guionista de "El súper. Historias de todos los días"...! Cuentanos lo que pasó después, quién dio el primer paso, cómo conseguiste hablar algo coherente (si es que pudiste hacerlo)...
Un poco Danielle Steel si que parece el relato....
Y que conste que soy tu fan nº3.
Ay, sí, ya sé que me está quedando súper telenovelero y un poco de Bárbara Woods en gay, pero es que hay veces que tengo que parar para no escribir un relato-churro de cuatro páginas de Word. Y qué mejor que dejaros con la intriga :P
De todos modos no quedan más que dos entregas, y en la de mañana se resuelve casi todo.
Greenleaf, y quiénes son mis fanes 1 y 2? ;)
Ay Farala, que emocionantes está... que te me has enamorado como una perra!!!!!
Tremendo Cliffhanger... ni en Perdidos, macho...
sien vez de decir "nos vimos poco en la fiesta de uno de los diseñadores" hubieras dicho "nos vimos en la fiesta anual de los los diseñadores" te hubiera quedado una frase totalmente hidrogenesse.
si que está folletín esto, sí... mola todo!
Farala, alma gemela. Cómo me está haciendo esta historia tuya rememorar mis correrías, aventuras y conquistas en la capital lusitana. Ésa ciudad tan dada a propiciar enamoramientos y a generar una nostalgia de la que no te podrás desprender nunca jamas. Por experiencia. No podía esperar menos de ti, que te enamorases en Lisboa: es todo tan ideal!!!!
Por favor, sigue contando en cuanto puedas.
El uno y el dos, ni idea de quien son, pero yo me pido el tres.
Vaya, Farala. Me acabo de incorporar (esta semana ha sido un infierno y no he entrado nada en internet) y estoy enganchada a la novela (uy, perdón) que estoy leyendo por orden.
Sólo dos cosas: 1)Portugal en el fondo mola. 2)¡Malditos brasileños que nos roban el corazón! Llevo tres y son todos supermajos (¿cómo lo hacen?) y guapísimos (bueno, también los hay horrorosos, pero cuando hay calidad, son insuperables). Eso sí, un poco pendones, pero nunca te crean falsas esperanzas.
¡Espero que lo tuyo termine bien!
Publicar un comentario